Juro a ustedes por el cetro de Ottokar que lo que voy a contar es cierto. Atentos queridos blogueros. La número 2 del número 3 de Susana Díaz llega a ser alcaldesa de un pueblo de Málaga. A los dos meses de su llegada al puesto, el número 3 de Susana Díaz recibe la licencia de obra para construir en su chalet una piscina de manos de su antigua número 2 en esa localidad. ¿Lo tienen claro?.
De todo este embrollo, me enteré cuando leí el siguiente titular en un periódico de tirada nacional mientras desayunaba en el bar de mi amigo Pacorro. La noticia decía así: “PIDEN LA IMPUTACIÓN DE FRANCISCO CONEJO POR TRÁFICO DE INFLUENCIAS POR SU PISCINA ILEGAL”. Francisco Conejo es el número 3 de Susana Díaz y la número 2 del número 3 es Encarnación Anaya, la que llegó a alcaldesa y dio la licencia casi iso facto a su antiguo jefe.
En un tiempo récord y sin presentar ningún tipo de proyecto ni nada que se le parezca el número 3 de Susana Díaz, consigue licencia para su piscina con el correspondiente ahorro en la redacción de la documentación necesaria para beneficiarse del otorgamiento de la autorización municipal, cosa por otro lado ilegal ya que para este tipo de obras es necesario siempre la redacción de un proyecto. El número 3 de Susana Díaz presentó sólo la licencia de obra menor, que es la que se utiliza para tirar un tabique en casa. Hay que ver como son estos sinvergüenzas.
Pero, ¿por qué a la número 2 del número 3 de Susana Díaz no la investigan?. Les recuerdo que fue ella la que concedió la licencia de obras saltándose toda la normativa vigente, tanto local, provincial, andaluza y española. Por eso no entiendo por qué a ella no se le está como mínimo investigando, porque seguramente a cambio de esta licencia exprés, recibiría cualquier regalito u otro presente. A lo mejor no ha sido así y resulta que la número 2 del número 3 de Susana Díaz tiene un corazón inmenso y por hacerle un favor a un vecino ilustre movió cielo y tierra para que esa licencia volara del despacho a las manos del número 3 de Susana Díaz.
Lo que les he contado es un poco lioso, pero comprendería que dudasen; en un país normal, algo así sería imposible. Pero recuerden que éste no es un país normal, sino España: un lugar donde, todo disparate, por gordo que sea, tiene su asiento, y donde, por poner un ejemplo clásico, una ardilla podría cruzar la Península saltando de político corrupto en político corrupto sin tocar el suelo. Por eso, en esta España no hay monumento al sinvergüenza desconocido porque aquí los conocemos a todos. Un infeliz país donde la gente puede verse obligada a cerrar tienda, parar obras menores como cambiar una puerta o cerrar su negocio por equivocarse en su gestión o por no tener la licencia de obra oportuna, pero donde ningún banco ni banquero, ni político, que llevan años equivocándose en la gestión irresponsable de un dinero que ni siquiera es suyo, pagan el precio de sus errores. Nunca. Es lamentable, pero es así. Pena, penita, pena. Ya no respetan ná estos sinvergüenzas, y ahora se encuentra con el agua al cuello, nunca mejor dicho. Porca miseria. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogeros como yo. Un saludo.
Compártelo:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentalo, y dime que te parece