Queridos blogueros, esta noticia que les voy a colocar ahora me la encontré en un periódico de tirada nacional mientras desayunaba en el bar de mi amigo Pacorro. La noticia me dejo patidefuá pese al escaso margen de sorpresa que a uno le deja ser súbdito español. Ahí va: “UN CURA SE NIEGA A DAR LA COMUNIÓN A UN JOVEN DISCAPACITADO”. ¿Por qué?, fue lo primero que se me vino a la cabeza.
El párroco de San Clemente, en Cuenca, siempre saca a Raúl de la fila, sin dar explicaciones, según denuncia su madre. La última vez que esto ha ocurrido ha sido el pasado fin de semana en la primera comunión de su sobrina, cuando el cura le volvió a negar la comunión a Raúl. La madre ha ido a hablar con el obispo para pedir explicaciones del comportamiento del cura, pero el purpurado ha pasado de ella olímpicamente.
¿Cómo pueden haber trozos de carne en la iglesia que hagan estas cosas?, pero lo peor no es eso, lo peor es el por qué hay trozos de carne en los obispados que no den ninguna explicación al respecto y encima no tomen las medidas oportunas, eso es lo peor. Ni en la Edad Media pasaban estas cosas. Hay que joderse con estos pajarracos metidos a curas. ¿Y no los expulsan?. Huy perdón estoy en España y aquí expulsar a alguien de sus poltronas tiene su aquél, ya que muchos pensarán que con la iglesia hemos topado. Parece como si tuvieran pegamento en el culo, porque no se les hecha ni con aceite hirviendo oiga.
No llego a entender la forma de actuar del cura, y por supuesto del obispado que es el que tiene que poner freno a estas barbaridades. Pero claro, cuando un cura se ve respaldado por los superiores, hace de su parroquia un cortijo particular en el cual hace y deshace a su antojo y todo el que quiera participar de la liturgia pues tendrá que pasar por su yugo normativo, bendecido por el obispado correspondiente. Esta forma de actuar se llama dictadura eclesiástica, ya que, o se hace lo que el cura dice, o no se toma la comunión, ni el bautizo, ni nada de nada. Que estemos en el S.XXI y todavía haya retrógrados así, sólo hace pensar que esta institución sigue estando dirigida y gobernada en muchos sitios por obispos que aplican las Santas Escrituras según ellos las entienden, y que lo demás que pase fuera de ese ámbito no les interesa, incluyendo el dolor que a ciertas personas esa forma de actuar pueda producir.
Por eso no voy a misa, para evitarme estas formas de entender la religión que algunos párrocos bendecidos por sus superiores todavía a día de hoy aplican sin compasión. En mi han perdido a un feligrés, y suma y sigue. Laus Deo. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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