El sábado pasado fue la fiesta del cine español, esa fiesta en la cual todos estos y estas que se dedican al séptimo arte, se reparten entre ellos las estatuillas de los Goya. Pero también esa fiesta sirve para que estos y estas tengan un micrófono al alcance de su boca para soltar las barbaridades oportunas delante de los políticos oportunos. Este año han vociferado sobre la vivienda, a pesar de ellos tener mansiones fortificadas, han hablado de que la gente debe de ser libre para moverse por la Tierra ya que ésta no es de nadie, pero luego ellos se encierran en ese auditorio en el cual no puede entrar nadie que no sea de su gremio, y para ello la policía que pagamos todos los españoles se encarga de que así sea. Hipócritas.
Pero ni una palabra de apoyo ni de nada de la cancelación a la actriz Karla Sofía Gascón (nominada a los premios Goya y Oscar) tras hacerse públicos unos comentarios suyos racistas e islamófobos de hace algún tiempo. Los progres que defienden la libertad de expresión, que son además de izquierdas y tal y tal, no soportan que alguien piense diferente a ellos y a ellas. Quién dijo que esta gala sólo le interesa a la izquierda. Cosas del directo.
Los profesionales del cine en España, colectivo tan plural (jajajaaj, perdonen que me ría) como cualquier otro colectivo que no sea o un partido político o una secta, disfrutaron de la hospitalidad de una región donde los ciudadanos que votaron a la derecha en las últimas autonómicas (dos millones cien mil, de ellos medio millón a Vox) superan en ochocientos mil a los que votaron izquierda (el PSOE no llegó novecientos mil votos) en la tierra donde reinó casi cuarenta años sin competencia.
Y la celebración de la diversidad y la inclusión de personas de todo género y condición en las películas que son los Goya (que es un clásico de las entregas de premios), resulta que este año casi nadie a corrido el riesgo de que alguien interprete que estás partiendo una lanza por Karla Sofía Gascón, nueva innombrable del cine patrio (aunque su película sea francesa).
Desde hace una semana viven entre la indignación y el disgusto miles de personas que han comprobado que una magnífica actriz, mujer trans, puede ser islamófoba, enemiga de las cuotas en el cine, abiertamente racista, colombófila (no de las palomas, sino de Cristóbal Colón) y muy poco partidaria de Pablo Iglesias, de las galas de los Oscar y de la última película de Spielberg. Disgustada Yolanda Díaz: de la alegría de la fuerza que representa a la constatación de que una mujer trans pueda referirse con desprecio a moros, negros y drogatas. Y apenado el ministro de Cultura, Urtasun, que deseaba con toda el alma que una mujer española se trajera un Oscar a Alcobendas y ahora se ve urgido a aclararle al mundo que las opiniones de una mujer no representan a toda la sociedad española, sólo faltaba. Gran verdad: los tuits de Karla no representan a toda la sociedad española. No descarte el ministro que sí se sienta representados en ellos una parte, quizá mínima, de la sociedad española. Hay españoles racistas, ministro. Hay españoles islamófobos, ministro. Hay españoles para todo. España, año 2025. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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