Los otros días estuve en un bar como los de toda la vida, como dios manda, con sus albañiles, sus moscas y sus borrachos de plantilla. Por suerte todavía existen bares así, y como no podía ser de otra manera, tenía el periódico en un rincón, allí, apartado, como si el que lo cogiera para leer fuera una especie en extinción, en esta época de móviles, de tablets, la cual ofrece la información a golpe de un clic y en menos de un segundo.
Por eso esa clase de sitios me gustan. Me pongo muy bien cuando todavía veo que hay lugares así. Antes entrabas en una biblioteca y se caía el mundo a los pies porque no había sitio donde sentarse. Ahora se te cae lo mismo, pero porque en es lugar no hay nadie o apenas nadie. Todo lo ha descuartizado internet o lo está haciendo. Todo se hace a golpe de clic. TODO. Pero claro, todo tiene su daño colateral, y cada vez estamos más expuestos a fraudes en la red, con nombres ingleses que ahora no se como se llaman, ni maldita la gana que tengo de ponerme a buscarlos. Pero también se obliga a las personas mayores al uso exhaustivo del móvil y por ende de internet para hacer gestiones. Grandes bancos cerrando sucursales porque no son rentables gracias a que internet facilita la vida (o eso se creen) de los usuarios de ese banco y de cualquiera.
Personas mayores son los grandes perjudicados de esta ahorro en sucursales, en trabajadores y en equipamiento, pero que reporta pingues beneficios a los todopoderosos banqueros y accionistas.
Dan por sentado que una persona con 70 años, incluso menos e incluso más, tienen la facilidad de trapichear por internet y con el móvil para hacer las putas gestiones bancarias e incluso gubernamentales, autonómicas y locales, como si fueran jóvenes de 25 años e incluso menos. Pero la realidad es bien distinta, y se puede ver todos los días en las colas de los bancos o de cualquier lugar público, para hacer cualquier gestión. Pero luego está también la simpatía del funcionario de turno o del oficinista de cualquier sucursal bancaria ante estas personas mayores. Muchas veces dan ganar de saltar el mostrador y darle una ensaladilla de hostias en todo el careto, que dejarían un desahogo más que beneficioso sobre la persona que tiene que aguantar a esa clase de tipos y de tipas.
Internet lo está descuartizando todo, incluyendo también a los pequeños comercios que no son capaces de adaptarse a la nueva situación. Los que lo hacen sobreviven en un mundo sin cuartel, sin fronteras y con mucha competencia, que hace que las grandes corporaciones sigan ganando. Y todo esto gracias al mercado libre que tenemos, el cual hace posible que unos caigan, otros se mantengan y otros se enriquezcan. Internet lo está descuartizando todo, poco a poco y sin que nos demos (o sin que queramos verlo) cuenta del matiz. España, año 2024. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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