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miércoles, 24 de mayo de 2023

Me quito del suplicio

No sé qué ocurrirá este domingo de Mayo en las elecciones. Por suerte estaré de viaje, con la dosis de vergüenza añadida de quien está en el extranjero y comprueba que lo miran a uno con lástima, como súbdito de un país de fantoches, surrealista hasta el disparate. Por eso, el mal rato que ese día voy a pasar quiero agradecérselo a un grupo en concreto, que es a nuestra aprovechada y analfabeta chusma política, que se reparten en podemitas, ultraderechistas, y en general y resumiendo mucho, a toda la ralea que pulula alrededor de ese circo de la Carrera de San Jerónimo, los cuales no dejan de ser unos oportunistas, unos cobardes y unos sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero voy a dejarlos fuera porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. Así que me centraré en los otros. Los que harán posible que a mi edad, y con la mili que llevo, mis amigos extranjeros a los cuales estaré visitando, me acompañen en el sentimiento. 
Y es que hay otra vez elecciones para elegir a unos moñas que sólo miran por su bienestar, prometiendo cosas que algunas están ya presupuestadas, otras en estudio y otras se dicen para cubrir silencios en los mítines. Pero en definitiva, no dejan de ser un disparate, ya que todo eso, hay que pagarlo y conforme está el país de endeudado, no sé yo como se hará. O sí lo sé, que es crujiendo a impuestos a los de siempre, la casi extinguida clase media de un país tan excepcional como es España, un país por cierto tan pródigo en cantamañanas, idiotas y payasos. 
Pero es que cuando todos los planes se desmoronan, cuando se termina la ilusión de creer en las promesas que nuestra chusma política nos hace y comprendes que ya nada será igual, porque nada se cumple, comienzas un discreto viaje hacia el abismo. Es una caída imparable y silenciosa. No quieres que nadie te ayude a levantarte, porque crees sentirte mejor en la oscuridad, como si ya sólo pudieras estar a salvo en tu propia y rutinaria pesadilla, a este punto han llegado con sus promesas incumplidas y su falta de empatía hacia una ciudadanía que lo está pasando realmente mal, pero a la que nadie ayuda, ni siquiera los que se suponen que tienen que hacerlo, ya que siempre están a la bronca y al tú más cada vez que tienen que buscar soluciones. 
Pero lo más terrible es que gente (nuestra chusma política por ejemplo) que no tiene la menor cultura, ni la menor memoria, gente que carece de los más elementales conocimientos históricos, fundamentales para la política, se atreva a entrar como elefantes por cacharrería en cuestiones tan delicadas para las que hace falta mucha cultura, mucho conocimiento y mucha lucidez. Por eso, cuando uno ve a un animal de bellota, con corbata fosforito o con lo que lleve, hablando de los problemas de la gente, uno se pregunta en manos de quién estamos. En este país de bobos mezclamos las cosas. Pero es que la incultura y el analfabetismo son muy osados, muy atrevidos, y en España hay incultos especialmente osados y atrevidos. Menos mal, que en estas elecciones estoy fuera, me quito del suplicio de votar. España, año 2023. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo. 

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