Que yo sepa, en España las normas impuestas por el bigobierno que nos gobierna o nos intenta gobernar, o por los 17 gobiernos que tenemos la mala suerte de tener, dice que las reuniones no pueden ser superiores a 6 personas, los bares no pueden tener más de un tanto por ciento de su aforo, el cual no sé ni tampoco tengo ganas de buscarlo.
Pero resulta, que hay varias especies que se creen que pueden hacer lo que les salga de la entrepierna, y así hacen. Lo más chungo y lamentable de todo, es que parte de esa especie superior, es la que nos IMPONE a los demás, es decir, al resto de los ciudadanos, unas normas que sino cumplimos encima nos sancionan o nos proponen para sanción.
Esa especie superior de la que les hablo, son personalidades del mundo de la política, la empresa y el deporte, los cuales se reunieron el lunes de la semana pasada, en una fiesta con más de 80 invitados. Entre tan ilustres personajes con esa superioridad, se encontraba el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el líder de la oposición, Pablo Casado, los cuales no respetaron las distancias de seguridad, lo mismo que el resto de ilustres personajes superiores. Y fíjese usté señora, no pasa nada ni ha pasado nada ni por supuesto esperen que pase algo.
En este caso, la policía lo tiene a huevo, ya que tiene identificados a todos los asistentes a esa cena para poder sancionarlos o proponerlos para una sanción administrativa por saltarse las normas que hay contra el Covid-19.
Pero es que en esta España tan deliciosa en la que vivo, tenemos unos políticos que son unos sinvergüenzas, unos caraduras, unos vividores y viven ajenos al resto de ciudadanos que existen en España.
La fiesta, que contó con 80 invitados (insisto en el dato), reunió a varios miembros del Ejecutivo en el primer día de aplicación del estado de alarma. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, como representante de ZPedro, y como vigilante de las normas sanitarias, la ministra de Defensa, Margarita Robles, para ver si los militares hacen falta para montar un hospital de campaña para tanto golfo, el titular de Justicia, Juan Carlos Campo, para sancionar y hacer aplicar la ley a todos estos sinvergüenzas y el responsable de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, que fue de relleno o a cerciorarse de que los discursos no tenían faltas de ortografía.
Pero el gobierno salió a defender lo indefendible, porque los bares y restaurantes también cumplen las medidas de seguridad y sin embargo tienen que cerrar porque así lo mandan los que van a cenas de alto postín. La que defendió la cosa, fue la infumable ministra de la presidencia, María Jesús Montero, que aseguró que aunque el acto contaba con las medidas de seguridad decretadas por el gobierno de Madrid, debemos hacer un acto de autorreflexión. Vaya, y ya de paso, pelillos a la mar.
Poca vergüenza es poca. Creo que es otra cosa, creo que es un acto de superioridad para reírse de todos nosotros, como así ocurrió. España, año 2020. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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