Un día cualquiera en una lejana frontera en los Alpes franceses. Un Ford con matricula del Vaticano se acerca hacia la misma para cambiar de país. Los agentes fronterizos cuando ven el vehículo con matrícula vaticana, se les acopla la mosca detrás de la oreja. Paran el vehículo para una inspección rutinaria como es debido y sin ningún contratiempo político y sin tener que dar explicaciones innecesarias. Esto en España es impensable, es decir, que dos guardias civiles de fronteras registren un coche oficial de otro Estado sin que se les caiga el pelo a ellos y al responsable superior de fronteras es algo que en esta España de pandereta hoy por hoy es impensable.
Pero bueno eso es otro tema que me aleja de la historia que les estoy contando.
En esa inspección rutinaria, los agentes fronterizos encuentran ni más ni menos que “4 KILOS DE COCAÍNA Y 200 GRAMOS DE CANNABIS”. Por supuesto, los agentes fronterizos detienen a los dos delincuentes que conducían el vehículo en cuestión, acusados de tráfico de estupefacientes. Ahora imagínense esa misma situación en alguna frontera española. lo que pasaría sería lo de siempre, es decir, preguntas de la oposición preguntando el por qué los guardias civiles hacen eso, IU preguntando el por qué no han detenido al Papa Francisco por llevar un coche con matrícula de su Estado lleno de droga, a los otros preguntando que si hubiera una Cataluña independiente y soberana en sus fronteras no pasaría eso, etc, etc, etc. Lo normal en nuestra casta política, preocupados de todo menos de solucionar la vida a los ciudadanos de su país. Pero bueno que desvarío otra vez.
Cuando los agentes fronterizos hacen las pertinentes averiguaciones, descubren que el vehículo corresponde al Cardenal Jorge María Mejía, bibliotecario emérito de la Santa Sede. Como es normal la y seguro, por qué está dentro de las obligaciones policiales de cualquier país normal, la policía pedría al Vaticano que proporcionase la información detallada del vehículo. El Vaticano ni corto ni perezoso proporciono la información precisa para tirar mierda fuera de casa y salvar su culo, y resulta que ese Cardenal tiene 91 años y está muy enfermo.
Lo que pasó, es que llevaron el vehículo a un taller mecánico para una reparación rutinaria y los cacos aprovecharon para robarlo creyendo que la matrícula del Vaticano les salvaría de dar explicaciones. Y sí se hubieran evitado de darlas si llegan a venir a España, en donde una frontera tiene menos valor que un chicle de 5 céntimos si el vehículo lleva matrícula oficial como es el caso. Porque aquí, en esta asquerosa España en la que vivimos, que los agentes de la guardia civil responsables de proteger las fronteras se sientan desprotegidos por su propio ministro del Interior es normal, y eso hace que estos guardias pasen de todo a la hora de cumplir con su obligación, ya que cuando cumplen se les cae el pelo por parar un coche con matrícula oficial. Sino que se lo pregunten al Comandante de la Guardia Civil de Melilla que ha sido imputado por cumplir con su obligación, que no es otra que defender las fronteras españolas.
Pero porque en este país de pandereta se le hace más caso a desocupados de los derechos humanos, a Wyllis Toledos de pacotilla, a asociaciones varias que lo único que saben es trincar pasta oficial y derrocharla en chorradas, pues aquí las fronteras son un coladero.
Si todos esos cantamañanas tuvieran a todos los que entran ilegalmente, ya sean traficantes, ya sean delincuentes, ya sean lo que sean debajo de su ventana, se pensarían muy mucho su forma de actuar. Me dan envidia esos países y los gobernantes de esos países que defienden con capa y espada a los agentes que cumplen fielmente con su trabajo. Eso en España es una quimera, mientras que haya cantamañanas por doquier y politicuchos de pacotilla que hacen caso de esos cantamañanas. Porca miseria. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogeros como yo. Un saludo.
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