Están de capa caída. Están a punto de coger la guitarra y ponerse en cualquier boca de metro (si la ciudad tiene) o en cualquier calle céntrica peatonal a cantar por bulerías o por lo que se les ocurra. Ellos que vivían sin trabajar (aún hay territorios donde lo siguen haciendo), los que decían trabajar para el bien de los trabajadores; ellos, los que comían gambas, cigalas y algún que otro percebe ocasional; ellos, sí queridos blogueros, los sindicalistas (no se rían por dios, en España todavía existen estos parásitos sociales aunque ustedes no los vean ni por error televisivo) que todavía resisten al invasor y que todavía no están sufriendo al gobernante de derechas y ultraderecha, que le están quitando su medio de vida, es decir, las subvenciones.
Los pocos que aún quedan trincando de las subvenciones y manejando ese dinero a su antojo, incluso en beneficio propio, no se escapan de presuntos delitos por el uso de ese dinero. Resulta, que leo con atención una noticia que me encontré por casualidad en un periódico de tirada nacional mientras desayunaba en el bar de mi amigo Pacorro, porque él también ha vuelto para poder ganarse la vida aunque lo crujan a impuestos, y para que los parroquianos que somos habituales leamos un poco, aunque sea alguna noticia vomitiva, porque ya saben ustedes, que abrir un periódico en este desdichado país conocido como España porque de alguna manera hay que llamarlo, es echar literalmente la pota.
Pues bien, como les decía, la noticia que leí decía lo siguiente: “La udef descubre que altos cargos de UGT se repartieron cheques de hasta 7.000€”. Esos cheques se cobraron entre los años 2019 y 2021, con cargo a una cuenta del propio sindicato, alimentada con dinero de ayudas públicas. En la noticia venía una tabla diseccionando muy bien esas cantidades y los nombres de los susodichos sindicalistas que se repartían ese dinero de todos los españoles, sin escrúpulos y sin dolor ninguno, aun sabiendo que, entre esos españoles, hay trabajadores los cuales ellos dicen defender y los cuales les cuesta mucho sudor ganar un duro.
Por eso, cuando los veo en ruedas de prensa haciendo llamamientos de que no pueden pagar las nóminas de los empleados que tienen porque les han quitado o les han reducido mucho las subvenciones, pienso que tienen lo que se merecen. Ahora están llorando la pérdida de las subvenciones como niños lo que no supieron mantener honradamente como sindicato, porque se trataba solamente de eso, de ser honrado y trabajar con esa facilidad económica que tenían. Pero no, la especie humana, y más concretamente la sindical, han sido líderes en escándalos económicos de mucha envergadura (sólo hay que tirar de hemeroteca) y que ahora no tengo ganas de buscar para mostrárselo a ustedes. Sólo hacía falta eso, ser honrado. Pero esta palabra no es de uso muy general en casi (atentos al matiz) ningún sindicalista como se ha visto, se ve y se verá, y de ahí que varios gobiernos autonómicos se hayan fijado como meta el reducir drásticamente ese dinero público para emplearlo en otras cosas más útiles. Ojo, con esto no estoy diciendo que nuestra chusma política sea más honrada, sino que lo van a destinar a otros fines. ¿Cuáles?, no sé, el tiempo lo dirá. Entonces, ¿sindicatos para qué?. España, año 2023. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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