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domingo, 5 de enero de 2020

Me importa bien poco

A estas alturas de la mili, y a estas alturas de ver la vida política de este país en toda su amplitud, me importa bien poco si Sánchez se ha bajado los pantalones, si además ha llevado él la vaselina, si ha claudicado o no ante ERC y si gobierna o no gobierna. Sinceramente, me importa una mierda. 
Pero en estos días festivos, he estado de viaje, además con la dosis de vergüenza añadida de quien está en el extranjero y comprueba que lo miran a uno con lástima, con pena, como súbdito de un país de fantoches y de mamarrachos políticos, surrealista hasta el disparate. Por eso, los malos ratos que esos días pase con amigos y familiares, voy a agradecérselo a tres grupos de compatriotas, catalanes y no catalanes: los oportunistas, los cobardes y los sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero voy a dejarlos fuera porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. 
Así que me centraré en los otros. Los que harán posible que a mi edad, y con la mili que llevo, mis familiares y amigos me acompañen en el sentimiento, por el simple hecho de ser español o de vivir en España o de tener a esta gentuza política que tenemos o por tener a un tipo conocido como Pedro Sánchez que miente más que ve, dice una cosa y a los pocos días dice otra, que hace una cosa y a las pocas horas hace otra, con tal de mantenerse en el poder, con la podredumbre moral de una clase política capaz de prevaricar de todo, de demolerlo todo con tal de mantenerse en el poder aunque sea con respiración asistida. De esa panda de charlatanes, fanáticos, catetos y a veces ladrones (con corbata o sin ella), dueña de una España estupefacta, clientelar o cómplice. De una feria de pícaros y cortabolsas que las nuevas formaciones políticas no regeneran, sino alientan. 
Pero lo peor de todo lo que está pasando, es ver como las instituciones del Estado están perdiendo veracidad y prestigio, gracias en parte a que la política está inundándolo todo (gran culpa la tiene ZPedro y su ambición de gobernar), para el que esté en el poder abuse sin compasión de esas instituciones. Un ejemplo clásico, es la justicia, que está politizada a más no poder. Ha pasado a ser una institución que ya no se respeta o casi, porque la casta política hace lo que quieren con las sentencias (véase Joaquín Torra, y todos los súbditos de Puigdemont, por poner un ejemplo clásico), y así nos va. Eso sí, eficaz contra los infelices ciudadanos es al 100%, porque las personas normales no tenemos el poder necesario para colocar a jueces y fiscales en juzgados y tribunales, como hace la casta política, que luego ésta misma utilizará para salvar su culo cuando se ponen las cosas feas, dando igual el color político al que se pertenezca. 
Todo se va al garete gracias a los gobernantes que hemos tenido y que tenemos. Una casta política despreciable, vomitiva y que sólo se mira su propio ombligo por tal de forrarse a costa de los de siempre. ¿Qué clase de gentuza tenemos y mantenemos?. Que asquerosidad. España, año 2020. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo. 

 

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