La nueva palabra para esta pandemia es allegados. En el diccionario de la RAE, tiene tres acepciones. 1.- Cercano o próximo en el espacio o en el tiempo; 2.- Dicho de una persona: cercana a otra en parentesco, amistad, trato o confianza; 3.- Dicho de una persona: que vive transitoriamente en casa ajena, por lo común sin ser pariente del dueño.
Le pongo todo lo anterior, porque la semana pasada fue la palabra de moda en esta España de risa en la cual vivo. El gobierno la utilizó para poner nombre a los futuros viajantes o para delimitar a los posibles viajantes y ya de paso, poner topes a las reuniones familiares, acompañados de un número de ellos, que dependiendo de cada comunidad autónoma, varía sustancialmente.
Pero si nos ceñimos a las definiciones del diccionario de la RAE, la primera acepción no tiene apenas nada que ver con el berenjenal que el gobierno ha montado. Pero la cosa cambia en la acepción segunda, que es la que define, aunque sea de forma difusa, el término allegado. En lo de parentesco, creo que no hay apenas ninguna duda, si exceptuamos a yernos, nueras, cuñados, cuñadas, novios y novias, que no sé yo hasta qué punto pueden ser allegados. Dependerá del valor que les den algunas personas a esas otras. Si nos tiramos por lo de la amistad, puede ser que el gobierno acierte, ya que si preguntas a cualquier persona te dirá lo típico, que es: conocidos muchos, pero amigos los cuento con los dedos de una mano, y es seguramente en esa acepción en la cual el gobierno habrá puesto la diana. Los otros dos restantes, son más livianos y más expuestos a interpretaciones, porque ¿allegado es toda persona con la cual tenemos trato?, creo que no. ¿Allegado es toda persona en quién confiamos?, pues no, porque yo confío en la policía, pero no son mis allegados.
Y ya la tercera acepción, es una que aprovecharan algunos del gobierno para facilitar la vida de esos caraduras, conocidos como okupas y éstos, intentarán sacar el máximo rendimiento. Parece que está descrita para ellos, y para los que apoyan esta clase de robo o usurpación de algo que no es suyo, y que para colmo, cuando lo dejan lo hacen dejándolo destrozado para que el inquilino tenga que gastarse su dinero en repararlo.
Y ahora díganme ustedes cuál de las anteriores acepciones les van más a y se adaptan más a sus peculiaridades. Bonita palabra, pero algo difusa y muy poco concreta, si se pretende acotar los desplazamientos familiares estas navidades tan peculiares y raras que nos va a tocar vivir.
Pienso que el gobierno lo hubiese tenido más fácil e incluso se hubiesen reído menos de él en las redes sociales, si sólo se hubiese dedicado a indicar solamente un número máximo de personas en cada casa. Pero porque estamos en España, el gobierno se ha tenido que meter en ese jardín, y como siempre ocurre, no saben salir de él airosos, como pudimos ver la semana pasada. Parece que les va la movida. España, año 2020. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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