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domingo, 10 de mayo de 2020

¿Dónde están?

En España, o como se llame esta descojonación de Espronceda en la que habitamos, no hay monumento al sinvergüenza desconocido porque aquí los conocemos a todos. Un infeliz país donde la gente puede verse obligada a cerrar tienda o negocio por equivocarse en su gestión, pero donde ningún banco ni banquero, ni político, que llevan años equivocándose en la gestión irresponsable de un dinero que ni siquiera es suyo, pagan el precio de sus errores. Nunca. 
Pero hoy voy a hablarles de los mayores sinvergüenzas, que según mi opinión personal e intransferible, son sin lugar a dudas los sindicalistas (no se rían por dios, en España todavía existen estos parásitos sociales aunque ustedes no los vean ni por error televisivo). Pero ojo, sin quitarle mérito a los moñas de los políticos y políticas que tenemos en este país conocido como España, porque de alguna manera hay que llamarlo. 
Y lo digo porque a lo largo de esta crisis del coronavirus, a esta colectivo sindical no se le ha visto el pelo en ningún lugar, si exceptuamos las apariciones públicas para lamerle públicamente el cimbel al gobierno, ya que ahora es de su ala política. 
Pero estos sindicalistas, no han aparecido en ningún hospital a dar apoyo al colectivo sanitario, no han aparecido para dar apoyo público a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado; los liberados sindicales, que los hay a espuertas, no han sido capaces de ir ni un día a trabajar a sus puestos, tanto en hospitales como en otros lugares, no han tenido la dignidad de hacerse ni siquiera la foto con ningún colectivo de los cuales son representantes, no han reclamado la falta de epis y de medios para los sanitarios, si exceptuamos algunos y algunas que han tenido la decencia de hacerlo, no han sido capaces de mostrar la más mínima empatía hacia los trabajadores que todos los días tenían que salir a trabajar para que no faltara nada en las estanterías de los supermercados, incluyendo el marisco que a estos sindicalistas tanto le gusta. Y para colmo de males, un juzgado de Sevilla imputa a un par de sindicalistas por abultar facturas y así llevarse 40.000.000€ para sus vicios y sus chanchullos. 
Éstos son los representantes sindicales que tenemos, éstos son los que defienden o por lo menos hacen ver ante los ojos que lo quieran ver, que defienden los derechos de los trabajadores. Ésta es la podredumbre moral que tiene esta clase sindical, capaz de prevaricar de todo, de demolerlo todo con tal de mantenerse en ese lugar privilegiado en el que están, aunque sea con respiración asistida. De esa panda de charlatanes, fanáticos, catetos y muchas veces ladrones –con corbata o sin ella–, dueña o eso pretenden de la España currante. 
Pero en esta crisis se les ha visto el plumero, y la que se les viene encima con tantos parados, con tantos derechos de los trabajadores tirados por los suelos, pues va a provocar que sean apartados como una simple cagada de perro. O eso creo. Pero seguro que seguirán trincando sin mover un dedo, como han hecho hasta ahora. Entonces, ¿sindicatos para qué?. España, año 2020. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo. 

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