Para ser político en este país de pandereta en el que vivo, sólo hace falta estar en el sitio justo en el momento adecuado, conocer a alguien y decir cosas que la gente corriente quiere oír. Una vez que se es político, con el sueldo y todos los privilegios, ya no se tiene que rendir cuentas a nadie, a nadie importa si eres productivo o no. Cuando eres político, tu únicas obligaciones es ir a los plenos (cuando los hay) para dormir, decir tonterías a cual más gorda y si se puede desprestigiar al contrario político mejor, y a visitar alguna fábrica o a salir en rueda de prensa para decir lo que el partido te mande, y sino es así, te quitarán o lo intentaran por lo menos, quitarte el acta de diputado o senador. Pero he aquí que eso también tiene solución, que es pasarse al grupo mixto.
Pero cuando se deja la política y se va a una empresa privada, pongamos por ejemplo un bufete de abogados, la cosa cambia. Hay responsabilidades, hay que trabajar y hay que cambiar la mentalidad de político a la de currante. Y es ahí, cuándo se ve el plumero de muchos políticos que han cambiado el vivir muy bien, a tener que ganarse el pan, aunque les sea más fácil que al resto de los españoles.
Y les voy a poner un ejemplo. Se lo pueden tomar como una chulería por mi parte como otra cualquiera. No sé si se acordarán ustedes de Albert Rivera, ese político que era líder del partido Ciudadanos, el cual en las elecciones de noviembre de 2019, llevo a la formación de tener 57 diputados a obtener sólo 10. Un duro golpe que tuvo como consecuencia inmediata el anuncio por parte de su máximo dirigente de que dejaba la política y volvía a ganarse la vida en el sector privado. El sector privado, era un bufete de abogados, conocido como Martínez-Echevarría, y lo deja dos años después de su fichaje
Pero como les comentaba antes, el trabajo en el sector privado no es lo mismo que el de político, o dicho de otro modo, no se puede ir a trabajar al sector privado pensando que se es político, y al requerimiento de mayor rendimiento que se les trasladó recientemente desde la cúpula de la organización, ya que parecía un poquito baja, por no decir que Albert es un gandul, éste pide largarse sin más. Su productividad estaba alcanzando niveles preocupantes, muy por debajo de cualquier estándar razonable, dicen desde el bufete. Lo afirmo, un gandul de pies a cabeza, o dicho en castellano de Burgos, un político que quiere trabajar en el sector privado con pensamiento de político.
Lo que le ha pasado a Albert Rivera, es que no ha sabido cambiar la mentalidad, no ha sabido adaptarse al duro trabajo en el sector privado, no ha sabido o no ha querido esforzarse y por otro lado, el bufete lo contrató seguramente como abre puertas, cosa que al parecer no le ha salido bien, viendo lo gandul que ha salido Albert. Un político da mucho juego en ciertos lugares (véase eléctricas, empresas energéticas, etc, etc) en los cuales se les puede exprimir ese pasado político. Pero hay otras como es el caso que nos ocupa, en las cuales es un riesgo. Ahora empieza el tiempo de las demandas por el despido y por lo que le corresponde de indemnización y tal y tal. Ahora empieza lo bueno. España, año 2022. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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