Decía Albert Einstein que sólo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana, y que de lo primero no estaba seguro. Y cada día, o mejor dicho, cada hora que pasa, se demuestra su teoría vayas donde vayas, porque humanos haciendo el panolis hay en todos sitios.
Pero es en situaciones graves como la que tenemos actualmente con el coronavirus, cuando la estupidez humana llega a picos de gilipollez. Y la gente muta a esa gilipollez contagiada por las redes sociales, los vecinos, los familiares o porque simplemente ya se era gilipollas antes de la llegada del virus.
En esta España deliciosa en la que vivimos, en la España ecofriendly, animalista, vegana, solidaria con la inmigración y con los refugiados. En la España feminista, tolerante, financiadora de ONGS y lobbies varios estamos sufriendo una rara mutación del coronavirus, la conocida como “los gilipollas del papel higiénico”.
Esa mutación del coronavirus, una de las más dañinas que existen, provoca en el individuo un deseo irrefrenable por la compra compulsiva en el supermercado. Y esa compra compulsiva, que se puede dar en cualquier tipo de producto, se ciñe especialmente al papel higiénico.
Se desconocen, de momento, las formas de contagio. Pero sí se sospecha de algunas. Hay una muy habitual que es la que se da a través del WhatsApp del cuñado. El cuñado envía un vídeo o un mensaje en el que se explica cómo hacer mascarillas con papel higiénico y en ese mismo instante, los gilipollas del papel higiénico que hasta ese momento solo era gilipollas sin más, decide comprar todo el suministro de papel higiénico del supermercado para hacerle mascarillas hasta al gato que nunca sale de casa.
Por otra parte, algunos expertos han explicado que el contagio se produce cuando cree que el papel higiénico del supermercado lo van a comprar todos los demás clientes del centro. Y a partir de ahí llega el contagio. Los gilipollas del papel higiénico, antes simplemente gilipollas, deciden acaparar una gran cantidad de papel higiénico para que nadie más pueda comprar el suyo. El virus provoca, además, que los gilipollas del papel higiénico no se den cuenta de que el supermercado va a reponer el producto al día siguiente.
La evidencia del contagio de detecta cuando se observa en el individuo una rara tendencia a no ver más allá de sus narices que el rollo de papel higiénico. Pero ese virus tiene un síntoma más, el individuo hasta ese momento sostenible, ecofriendly y solidario de Twitter, se olvida de que hay gente que también tiene sus necesidades y no se da cuenta que, muy probablemente, no gastará en un año el cargamento de papel higiénico que se ha llevado, el muy imbécil…
Pero somos así. También hacen que seamos así la actuación poco tranquilizadora del gobierno, que ha llegado mal y casi al límite de todo, con lo cual tenemos la mutación perfecta. España, año 2020. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo.
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