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miércoles, 7 de mayo de 2025

Golfos y golfetes

Juro a ustedes por el cetro del dios Pichimichi que lo que voy a contar es cierto. Aunque comprendería que dudasen, porque en un país normal, algo así sería imposible. Pero recuerden que éste no es un país normal, sino España, un lugar donde todo disparate, por gordo que sea, tiene su asiento, y donde por poner un ejemplo clásico, una ardilla podría cruzar la Península saltando de sindicalista (no se rían por dios, en España todavía existen estos parásitos sociales, aunque ustedes no los vean ni por error televisivo) gandul y desparecido en sindicalista gandul y desparecido sin tocar el suelo. Y para demostrarles (otra vez) de qué lado masca la iguana con estos tiparracos subvencionados por todos los españoles por lamerle el culo a la ministra de trabajo y de rebote e todo el gobierno, y por hacer el gandul y desaparecer cuando más se les hace falta, les voy a poner otro titular que me encontré en un periódico de tirada nacional mientras desayunaba en el bar de mi amigo Pacorro. Se lo pueden tomar como una chulería por mi parte como otra cualquiera. El titular decía así: “Tragsa (empresa pública que se ha hecho famosa gracias a una novia de Ábalos que estaba contratada y no iba a trabajar, tiren de hemeroteca) echó a un sindicalista un día antes de la jubilación para indemnizarlo”. Toma del frasco, Carrasco. Pero queridos blogueros, no se vayan todavía que aún hay más. Este tipo por llamarlo de alguna manera y según el periódico que estaba leyendo y que me estaba dejando patidefuá pese al escaso margen de sorpresa que a uno le deja ser súbdito español, era un líder de la ugt y encima internamente lo denunció un comité sindical en 2023, y aun así se lo permitieron. El plan fue estupendo, ya que fingieron un traslado forzoso para forzar el despido improcedente. El comité también desveló que le dieron el coche de empresa por debajo de su valor. Pero claro todo eso se desveló porque seguramente alguien o algún compañero suyo quiso hacer igual y ya no le dejaron, y de ahí el saltar la noticia. 
No todos los sindicalistas son golfos, jetas y unos sinvergüenzas, pero los pocos que hay manchan el nombre de estas instituciones cada día más, con lo que provocan que muchos trabajadores les hagan el vacío y cada vez tengan menos afiliados al ver que no hacen nada, que sólo son unos lameculos y que encima se aprovechan de unas leyes hechas a medida del poder para sacar el máximo por su cara bonita. 
Lo que yo no entiendo (o sí) es por qué el gobierno le atiza subvenciones a esta gente, sabiendo lo que saben de ellos y viendo y leyendo lo que muchos hacen con el dinero público que se les atiza. Lo único que sabe el ejecutivo, es que están callados, y saben cómo callarlos y se está demostrando. Parásitos sociales subvencionados, una ONG de lo más vulgar, pero con líderes ganando un pastizal al año (110.000€ al año como mínimo) para hacer lo que la mano que les da de comer dice que hagan o digan. Triste panorama este. Pero ahí están, vivitos y coleando. Y lo harán por mucho tiempo, ya que las subvenciones públicas no se acaban ni se acabarán nunca mientras haya trabajadores y trabajadoras pagando IRPF de sus nóminas para mantenerlos. Porca miseria. Entonces, ¿sindicatos para qué?. España, año 2025. Bueno, así que os espero, para que me comentéis en profundidad, lo que pensáis o queráis a blogueros como yo. Un saludo. 
 
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